Avilés
Prehistoria e Historia Antigua [editar]
Puede rastrearse una continuidad en los asentamientos humanos, desde hace unos cien mil años, en yacimientos próximos a la costa. Se conserva un hacha, denominada de Trelles, perteneciente al paleolítico inferior y la cultura achelense, y tres más del neolítico encontradas en La Rocica. Se han encontrado en la calle de La Cámara, 19 útiles prehistóricos a los que se estimada una antigüedad superior a 100000 años.
El nombre de Avilés, escrito en algunos documentos medievales como Abilles y Abilies procede probablemente del antropónimo romano Abilius con la desinencia esse en lugar de us, presente en otros lugares de Asturias como Urbiés, Pendillés (Grado), procedente de Pendilius, etc. Poblaciones cercanas, como Laviana (Gozón), Procedente de Flavius, Llaranes, procedente de Laurius o Laurentius, dan fe de la presencia romana en la ciudad. Existen algunos restos romanos dispersos, como monedas encontradas en la ría, una estela antropomórfica romana encontrada en Molleda, etc., que avalan la mencionada presencia romana en lo que no debía pasar de una pequeña villa en el centro del territorio de los Astures. Otra hipótesis acerca de su nombre sería que el nombre de Avilés provendría de Ab Illas, cuya traducción al castellano sería hacia Illas o de camino a Illas. Estas palabras latinas se corromperían al bable dando como resultado Abilles y a continuación Avilés. Por este motivo muchos estudiosos de la lengua asturiana consideran que el topónimo correcto de la localidad en asturiano sería Aviyes.
Edad Media y Moderna [editar]
Su historia empieza a documentarse en torno al siglo X, y nos habla de una villa situada al fondo de la ría y protegida por el castillo de Gauzón construido por Alfonso III el Magno para la defensa del puerto, y de las incursiones piratas. Los restos del castillo aún pueden verse en el Peñón de Raíces en la entrada del pueblo de Salinas. En este castillo, es donde se recubre de oro y pedrería la cruz de Pelayo para su donación a la Iglesia Ovetense.
Su situación marcó su destino tanto por ser el puerto de Oviedo, a menos de una jornada de camino fácil, como por su ría que divide a la ciudad en dos, tanto geográficamente como económicamente, pesca en Sabugo y comercio y artesanía en la villa amurallada.
En 1085, Alfonso VI otorgó un fuero a Avilés, donde ya existía una población desde tiempos romanos. El fuero de Avilés le da categoría de Villa de Realego y a lo largo de la Edad Media apoyará siempre a la corona, a quien paga impuestos. Avilés no fue nunca feudo ni tuvo otro tribunal competente que los reales. El fuero original se conserva en el Archivo municipal junto con una copia romanceada, joya histórica, lingüística y jurídica por la que la villa adquiere categoría de realengo, sin sometimiento señorial y con unos privilegios económicos y civiles, guardando una inquebrantable fidelidad a la corona. En esta época, Avilés demostró su valor estratégico en lo económico, con el monopolio de la sal, teniendo su almacenamiento y distribución. También hay que destacar su comercio marítimo, que recorría desde el cabotaje Cantábrico al comercio con el Norte de Europa, Portugal, Francia y la Península. El privilegio es repetidamente confirmado por los reyes, además de acrecentado y mandado respetar cuando los intereses señoriales o de las comunidades trataban de imponerse. El primer documento se perdió en fecha incierta y el conservado es una copia de 1289, según confirmación hecha por el rey Alfonso VII el Emperador en 1155. Las fuertes murallas de la villa y su ley ofrecían libertad y seguridad frente al poder de los señores y de la Iglesia. La libertad comercial fue otorgada desde “la mar hasta León”, siendo posteriormente ampliada por Fernando IV a todos los reinos de León y Castilla, con excepción de Murcia, Toledo y Sevilla.
El fuero tiene un gran interés lingüístico, armonizando romances tan distintos como el asturiano y el provenzal, fruto de la estrecha relación con los puertos de Francia. A diferencia de los fueros de Estella o Jaca, que están esencialmente en romance provenzal, el fuero de Avilés muestra una cierta integración de la población extranjera en la ciudad. Entre los siglos XII y XVI Avilés vive un momento de esplendor mercantil a través del tráfico portuario; en los cays se depositaban muchas mercancías destinadas al mercado de Oviedo, lo que dio lugar a querellas entre ambas poblaciones por el reparto de tasas y tributos. En Avilés se encontraba el alfolí de la sal de Asturias y León, distribuyendo la producción de salinas gallegas, portuguesas, francesas e incluso andaluzas. En 1309 Fernando IV concede al alfoz de Avilés los concejos de Gozón, Illas, Carreño, Castrillón y Corvera. La muralla que circundaba la villa fue el condicionante de mayor importancia de la distribución urbanística. De los fuertes muros, demolidos en 1818, sólo quedan restos visibles incorporados al palacio de Camposagrado. De esta época se conserva el palacio de Valdecarzana o casa de Pedro el Cruel o de la Baragaña, que fue alojamiento y lonja de algún burgués medieval. En el año 1479 se produce un gran incendio en la villa; los Reyes Católicos conceden varias mercedes a la villa para ayudar a su recuperación, como la concesión del mercado semanal de los lunes que sigue celebrándose. En aquella época, extensas manchas forestales en los alrededores, que se emplearían para la construcción de buques para las naves de la Armada Invencible, galeones y galeras para el servicio de los Austrias. Muchos marinos avilesinos intervienen en hechos de armas notables. Suele decirse que Rui Pérez (aunque investigaciones recientes indican que el nombre correcto es Rui González) capitaneaba uno de los navíos de la escuadra de Ramón de Bonifaz que con su sierra en la proa cortó el puente de tablas de Triana que permitió a los cristianos conquistar Sevilla, hecho que se recuerda en el escudo de la villa. Otro marino célebre es Pedro Menéndez de Avilés, primer adelantado de la Florida, por este motivo la ciudad es conocidad también como La Villa del Adelantado de la Florida o, simplemente, Villa del Adelantado.
Con la Edad Moderna el puerto de Avilés tan importante, empezó a caer en una crisis mercantil, pero otros sectores tomaron su relevo, como fue sobre todo el sector agrícola que tuvo grandes mejoras en los cultivos tradicionales y también destacar la entrada del maíz. En aquella época de frecuentes enfrentamientos con ingleses y franceses, el castillo de San Juan de Nieva fue atacado repetidas veces por corsarios de estas nacionalidades. Personajes como Bances Candamo y Carreño Miranda destacan
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